La noche Quijotesca

La noche Quijotesca
The night

lunes, 16 de julio de 2007

Al caer de la noche

Hoy sigo inmerso en esta oscuridad, caminando entre la gente cabizbaja al presenciar el caer de la noche. Ya la música no se oye, porque mis oídos sordos carcomieron la melodía de tus dulces labios. Las luces, las luces se apagaron y murmuran entre ellas lo dicotómico, de mi vida y tu vida, al estar juntos, pero sólo en nuestros anhelos.
Tomo tu mano, seguimos caminando; mientras toca el tango, la separación, ruptura y muerte de aquellas melodías. Toco tu cara, una, dos, tres veces, sin mirarte, sin hablarte. Palpo tu rostro, en lo funesto de esta noche. Siento tu piel y mi piel, rozándose, acribillándose ante tus ojos dormidos en el declinar de nuestra noche; mohína, fría, lúgubre… Al deslizar las yemas de mis dedos sucios (por haber tocado otros pliegues divinos) por tu angustiada ropa, viertes el fuego que nos quema en mi corazón de arena, pues ya está perdido, - ¡ búscalo, encuéntralo!- al no ser definitiva, la danza trivial de nuestras almas en una fría cama.
Hoy te hablo desde lo más profundo de los anhelos, perdidos, escurridos por la marcha putrefacta de dos locos, que estuvieron unidos y disgregáronse poco a poco. Son aquellos recuerdos que no toco, pues más vale ocultarlos hoy y siempre, como los pecados confesos, que sin daños provoco.
Hoy mi mundo es una mierda. Vacilan, juegan los pensamientos de mi cabeza y turban los recuerdos de mi pasado sin delicadeza, gozando con el dolor que me hace sentir la añoranza de tus deseos más escondidos.
Me siento solo en esta pieza oscura, oliendo tu perfume que impregnado quedó en esta alfombra, tus pasos, uno tras otro dejaron huellas, tu aura, pronto se disipa.-Cierra tus ojos. Aquí me tienes, bailando como un bufón ante tu presencia, moviendo mis anhelos, enredándome entre tu cuerpo como una marioneta. Oye mi canto, siente la melancolía por no tenerte, pues eres de otro, pero él, no complace hasta lo recóndito de tus sueños. Oye mi clamor, oye mi alabanza que mi cuerpo le hace al tuyo, siente mis deseos, roza mi boca. Mi boca y tu boca; mis manos rozan tu piel cubierta del ardiente fuego, respiras hondo. Uno, dos, tres… siento tu pecho inhalar cada vez más rápido, tu figura no cambia. La misma divinidad de siempre, la misma belleza, siempre aquella ternura que derrite mis sensaciones y pecados confesos. Tú, la lujuria, el pecado capital más loco y apasionado. Tú, el vaivén de la magia, una mezcla de sensualidad y erotismo, que diviso en un atisbo al abrir mis ojos-. Estuvimos ahí, sentados; tú de un lado, yo del otro. Hablamos, volvimos atrás. Leí tus cartas; una a una como antes yo leía para ti aquellos versos. Te miré a los ojos, tú, esquivaste mi mirada -¡ no puedo mirarte a los ojos!- proclamaste antes que yo me envolviera en un trance nervioso. - en estos momentos tengo ganas de besarte, abrazarte y que nuestro giro sea eterno- volviste a pronunciar. Yo, callado, nervioso dije: yo siento lo mismo pero en este minuto solo hay dos caminos.
Me puse de pie lentamente, tomé sus manos, me cobijé en sus penas y la besé. Un beso eterno, pero sólo duró un par de segundos-¡ no, no puedo hacer esto!- en ese momento todo se apagó, todo se nubló al negar lo que ella había iniciado.. Dos caminos, por un lado el olvido, por el otro el idilio .Un beso, un sueño hecho realidad, entre ella y yo, solos entre esas cuatro paredes en aquella sala de colegio, solos como nos encontramos ahora.

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Mumuki

Mumuki
Octeto Piazzolliano

Café, 1930

Y sintieron ese amor mutuo
cuando la complicidad los gobernaba.
Ese apasionamiento loco, por el otro,
provocó desconsuelo.
Esa lúgubre noche,
a media luz, aquella nostalgia
cuando se despidieron y rompieron
sus sueños porque que uno ha de partir.
Esta despedida, la tercera;
la misma situación que se ha vuelto
repetir,
en este fatídico sueño decreciente,
se volvió reiterado,
aplastado,
acostumbrado a divulgar
mis sentimientos y emociones con
el mundo extranjero.
Volvimos a caer de nuevo
a los pies de nuestras almas.
Vi tropezar tus anhelos,
vi engañar tus añoranzas, y decayó
aquel sueño que derrocó al mío esa noche.
Te siento, mi conciencia me traiciona;
palpo tu voz, acaricio tu alma,
se pudre tu mirada, y tus suaves manos
sienten el agua más fría.
- ¡ ya te vas ! -
Otra vez en tan poco tiempo; regresas…
La misma historia,
la misma melancolía,
la misma cantidad de cigarros consumo
por mi nerviosismo.
Vuelves y te vas; una vez más,
como en nuestro juego sarcástico,
en nuestra fiesta sexual;
dos cuerpos se unen,
dos almas se disgregan,
dos personas se anhelan, en torno a un café,
en 1930.

Gorín inglés

Gorín inglés
Piazzolla concert