La noche Quijotesca
lunes, 13 de agosto de 2007
tristes vuelan los pájaros
porque la luna fría como ayer
derramó sus pétalos caídos, en lo
más recóndito de los pensamientos.
Pienso en la magia pluralista de tus labios,
siento el ardor pulcro de tus ojos;
atisbando el derrumbe de mis manos
al acariciar tu cuerpo.
Hoy vi los pájaros más tristes que ayer,
porque no me miraste, ni observaste
como mi pecho, cálido por tu presencia,
divergía en el rojo de su sangre.
Siento que fui para ti un fantasma,
en el tiempo de rosas , angustias y amor;
pues muero hastiado en mi sepulcro
bajo pena, martirio y dolor.
Hoy te vi por última vez,
mi pajarito triste.
Hoy te besé como aquella vez
y ni siquiera me sentiste.
Mumuki
Café, 1930
Y sintieron ese amor mutuo
cuando la complicidad los gobernaba.
Ese apasionamiento loco, por el otro,
provocó desconsuelo.
Esa lúgubre noche,
a media luz, aquella nostalgia
cuando se despidieron y rompieron
sus sueños porque que uno ha de partir.
Esta despedida, la tercera;
la misma situación que se ha vuelto
repetir,
en este fatídico sueño decreciente,
se volvió reiterado,
aplastado,
acostumbrado a divulgar
mis sentimientos y emociones con
el mundo extranjero.
Volvimos a caer de nuevo
a los pies de nuestras almas.
Vi tropezar tus anhelos,
vi engañar tus añoranzas, y decayó
aquel sueño que derrocó al mío esa noche.
Te siento, mi conciencia me traiciona;
palpo tu voz, acaricio tu alma,
se pudre tu mirada, y tus suaves manos
sienten el agua más fría.
- ¡ ya te vas ! -
Otra vez en tan poco tiempo; regresas…
La misma historia,
la misma melancolía,
la misma cantidad de cigarros consumo
por mi nerviosismo.
Vuelves y te vas; una vez más,
como en nuestro juego sarcástico,
en nuestra fiesta sexual;
dos cuerpos se unen,
dos almas se disgregan,
dos personas se anhelan, en torno a un café,
en 1930.
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