La noche Quijotesca

La noche Quijotesca
The night

miércoles, 26 de marzo de 2008

Lamentos en una casita vacía

El agrio vaivén de tus penas ha vuelto esta noche
a nublar mi mente de inocencias fugaces,
la venda, transparente como el agua que te baña,
cubre tu cuerpo con lágrimas cautivas de un cielo mohíno.
Ya tus manos se encuentran moribundas
al igual que las añoranzas de mi pasado inexistente
y despliegan de tu vientre la venenosa carne y,
aquellas imágenes de vuestra amante imaginaria se derrumban.
En sólo dos minutos, tu cuerpo, frío se hace con el correr de las horas,
no lo cubres ni con el manto rojo de tus emociones ,
tus deseos caminan por toda la casa, y los míos te buscan;
te disipas en la pena del agrio vaivén, te mojas,
afuera llueve, no obstante, es por el hecho de tus cálidas lágrimas.
Te sientas en el sofá de la casita vacía,
ésta llena de melancolía te escucha, una vez más,
cuentas tus temores, tus sueños, cuentas sobre tu infame pasado,
te viertes en la dulce condena que recala hondo
en el desorden de tu pensamiento caótico]

Sueña triste y decaída esta cuidad de fantasmas,
el colosal invierno se anticipa, derrumba tu morada,
caen al suelo tus relojes del tiempo,
se elevan tus anhelos y vuelven a caer,
tropiezas con tus sueños, caes al averno.
Sigue lloviendo, ya es primavera, tu cuidad se despeja,
y tú ahí, allanada con las mismas canciones bélicas
que invaden el mundo interno de tu solitaria constelación.
Tú, en las manos del universo, interrumpes mi trayectoria;
postrada te encuentras, pensando en aquella traición,
en el sofá recae tu condena y la muerte te avasalla con el roce sutil
de su velo, te amarra a sus pies, gritas, clamas perdón,
en una metafórica súplica al dios, que nunca imploraste.
Atada al mismo lugar de tus fascinantes pasiones,
recuerdas llena de júbilo lo que enrostra tu vida,
la pena de estar ahí, sentada y sola bajo la luna,
en el sillón de de la calma infinita, el tiempo pasa más lento,
los minutos y segundos nunca se acaban.

-¿Por qué corres?- ya no tienes salida, la inmunda melancolía
te agobia al moverse en el sedoso sofá, ¿y tú, no me reconoces?,
no enfrentas la agridulce mentira de tus sueños frustrados,
caes al suelo, te levantas, vuelves a bailar con la danza sepulcral
de los ángeles que cayeron, al igual que tú, del cielo al infierno
por no reconocer sus culpas y sentimientos.
Lloras, -la poesía ya no es tuya-, te recuestas y
drogada de melancolía cierras tus ojos. Ya no sientes nada,
palpas las añoranzas y tu conciencia te traiciona.


Se escucha un lamento, tu voz que me habla tenuemente, ¡ja!
pero no me vez, no obstante, me buscas en tu pasado
y tampoco me encuentras, me buscas en tu cuerpo
pero no me sientes, observas aquellas fotos, lees mis cartas
y buscas los mismos poemas de Borges que te solía leer.

Mumuki

Mumuki
Octeto Piazzolliano

Café, 1930

Y sintieron ese amor mutuo
cuando la complicidad los gobernaba.
Ese apasionamiento loco, por el otro,
provocó desconsuelo.
Esa lúgubre noche,
a media luz, aquella nostalgia
cuando se despidieron y rompieron
sus sueños porque que uno ha de partir.
Esta despedida, la tercera;
la misma situación que se ha vuelto
repetir,
en este fatídico sueño decreciente,
se volvió reiterado,
aplastado,
acostumbrado a divulgar
mis sentimientos y emociones con
el mundo extranjero.
Volvimos a caer de nuevo
a los pies de nuestras almas.
Vi tropezar tus anhelos,
vi engañar tus añoranzas, y decayó
aquel sueño que derrocó al mío esa noche.
Te siento, mi conciencia me traiciona;
palpo tu voz, acaricio tu alma,
se pudre tu mirada, y tus suaves manos
sienten el agua más fría.
- ¡ ya te vas ! -
Otra vez en tan poco tiempo; regresas…
La misma historia,
la misma melancolía,
la misma cantidad de cigarros consumo
por mi nerviosismo.
Vuelves y te vas; una vez más,
como en nuestro juego sarcástico,
en nuestra fiesta sexual;
dos cuerpos se unen,
dos almas se disgregan,
dos personas se anhelan, en torno a un café,
en 1930.

Gorín inglés

Gorín inglés
Piazzolla concert