La noche Quijotesca

La noche Quijotesca
The night

miércoles, 21 de mayo de 2008

La cita de nuestros inconcientes

...Ella entró lentamente sin hacer ruido alguno, había sido una mañana espectacular; esperamos a Godot un rato, pero no apareció, nos besamos algo así como un par de segundos, no nos ahorcamos, aunque ya habían dos cuerdas y dos árboles. Hacía un poco de frío, aunque eran las doce y media del día. Era un día realmente maravilloso, hablamos sin pudor mientras viajamos, tomé sus manos un par de veces, la besé locamente y los demás sólo miraban, el autobús estaba completamente lleno, ella respondió a mi beso, la templanza nos cogió, aunque no estábamos solos. Descendimos del autobús muy rápido, la gente imploraba cada uno de nuestros actos, atolondrados observaban nuestro caminar. Raudamente corren los relojes, el tiempo se acelera mientras estamos ahí, abriendo con la pequeña llavecita la puerta exterior de esta casa. El perro ladra, no hacemos ruido, aunque estamos solos. En este momento estás ahí, sentada en mi sillón, piensas en las cosas que te dije, me sonríes. No sé qué hacer, -¿te puedo besar?-no me respondes. Te acaricio, me miras a los ojos:"...¡Te amo! - reiteras varia veces besándome locamente, como si fuese el último beso. El último que pondría fin a nuestro camino. Un tipo de despedida anticipada, que, sin más palabras, continuamos en nuestro mundo. Un mundo de ida y venida, de pasada y vuelta, un mundo lleno de ilusiones, un mundo absolutamente tranquilo...". La alfombra es el vestigio del recuerdo que causaríamos.- ¿Dónde me llevará?- era la pregunta que siempre rondó en tu mente, pero en la cita de nuestros inconcientes el destino ya era sabido. Aquellos cuerpos irracionales temblaban, el ambiente era grato, dos velas encendidas eran el único adorno de aquel placentero instante. Recorrimos nuestros cuerpos desnudos un momento y sentimos la magia de algo nuevo. La cita fue en este mismo lugar, en esta alfombra completamente te besé, en este mismo sillón acaricié tu piel, en este mismo dormitorio tu cuerpo deseé locamente, en este mismo minuto entras por la puerta lentamente sin hacer ruido alguno.

Mumuki

Mumuki
Octeto Piazzolliano

Café, 1930

Y sintieron ese amor mutuo
cuando la complicidad los gobernaba.
Ese apasionamiento loco, por el otro,
provocó desconsuelo.
Esa lúgubre noche,
a media luz, aquella nostalgia
cuando se despidieron y rompieron
sus sueños porque que uno ha de partir.
Esta despedida, la tercera;
la misma situación que se ha vuelto
repetir,
en este fatídico sueño decreciente,
se volvió reiterado,
aplastado,
acostumbrado a divulgar
mis sentimientos y emociones con
el mundo extranjero.
Volvimos a caer de nuevo
a los pies de nuestras almas.
Vi tropezar tus anhelos,
vi engañar tus añoranzas, y decayó
aquel sueño que derrocó al mío esa noche.
Te siento, mi conciencia me traiciona;
palpo tu voz, acaricio tu alma,
se pudre tu mirada, y tus suaves manos
sienten el agua más fría.
- ¡ ya te vas ! -
Otra vez en tan poco tiempo; regresas…
La misma historia,
la misma melancolía,
la misma cantidad de cigarros consumo
por mi nerviosismo.
Vuelves y te vas; una vez más,
como en nuestro juego sarcástico,
en nuestra fiesta sexual;
dos cuerpos se unen,
dos almas se disgregan,
dos personas se anhelan, en torno a un café,
en 1930.

Gorín inglés

Gorín inglés
Piazzolla concert