La noche Quijotesca

La noche Quijotesca
The night

lunes, 1 de septiembre de 2008

He preguntado a la soledad

Fueron días felices, cuyo éxtasis de creación
Inundó de calor el mundo de los dos.
La luz se apaga,
Mis reflejos gritan por la presión sepulcral
Del destino fatídico de un caminar, sin destino,
Pues voy por el mismo camino, que cíclicamente se inunda
Por una solitaria soledad.

Y he preguntado al averno
Por un nuevo encuentro. Quizá ella puede enmarcar
Todos los delirios cautivos en mi sangre, y con sus lágrimas
Proclamar, con su voz casi marchita en mi corazón, el diáfano
Lamento de mis dedos recordando su piel.

Y he preguntado al cielo otra vez,
Por la sorpresa de tu alma rota;
Que veo como bota mis palabras acarameladas
En los ojos suspicaces de un cuerpo degradado.
Tu razón es mi pecado,
Que con su incertidumbre ha profanado
La puerta semiabierta de mis pensamientos.

¡Despacio! No susurres a los vientos cálidos tu debilidad,
Pues los duendes observan mi tristeza, que sin su eterno retorno,
Traspasan las yagas quemadas por el humo de mi cigarro.

¡Despacio! No lamentes las palabras,
Que mi lúgubre figura ya descansa en los brazos
Húmedos de la muerte.
Mi cuerpo se encuentra inerte, mis venas ya no se sienten,
Y el líquido que las cubre se volatiliza en la paz
De vuestra confusión.

Dime Dios que es peor, volver al amor o un oscuro
Corazón. Un corazón de frío invierno, que se encuentra
En el hastiado tormento de una noche cíclica.

Y he preguntado a la vida, si tu sed es mi comida
Y mi cuerpo la bebida embriagante de tu corazón
Vulnerable, por aquellos sentimientos que hoy he vuelto
A palpar.

¿Despacio? Por qué debemos callar si lo nuestro es más fuerte.
¡Silencio! Mi mente dialoga con el alma.
¡Calla! tu voz se cruzó con otra mirada
Y se alejó el amor de tu alma despojada.

Y me he preguntado si él se adueñó de tu mente,
Pues en mis venas, tu amor y el mío,
“Siempre estará presente”.

Dios te he vuelto a preguntar, sin duda una vez más,
Por esta encrucijada soledad o quizá,
Regalarme un espacio en tu reino,
Si pago con las penas del infierno aquella sarcástica sonrisa,
Que inflama con su leve brisa
El hastiado corazón que ya no posee vida.

Y he consultado con verdad
Aquella triste realidad, que con su oscura soledad,
Deprime cada palabra que le escribo a ella.
Ella, la misma aguja oculta en un pajar…

Mumuki

Mumuki
Octeto Piazzolliano

Café, 1930

Y sintieron ese amor mutuo
cuando la complicidad los gobernaba.
Ese apasionamiento loco, por el otro,
provocó desconsuelo.
Esa lúgubre noche,
a media luz, aquella nostalgia
cuando se despidieron y rompieron
sus sueños porque que uno ha de partir.
Esta despedida, la tercera;
la misma situación que se ha vuelto
repetir,
en este fatídico sueño decreciente,
se volvió reiterado,
aplastado,
acostumbrado a divulgar
mis sentimientos y emociones con
el mundo extranjero.
Volvimos a caer de nuevo
a los pies de nuestras almas.
Vi tropezar tus anhelos,
vi engañar tus añoranzas, y decayó
aquel sueño que derrocó al mío esa noche.
Te siento, mi conciencia me traiciona;
palpo tu voz, acaricio tu alma,
se pudre tu mirada, y tus suaves manos
sienten el agua más fría.
- ¡ ya te vas ! -
Otra vez en tan poco tiempo; regresas…
La misma historia,
la misma melancolía,
la misma cantidad de cigarros consumo
por mi nerviosismo.
Vuelves y te vas; una vez más,
como en nuestro juego sarcástico,
en nuestra fiesta sexual;
dos cuerpos se unen,
dos almas se disgregan,
dos personas se anhelan, en torno a un café,
en 1930.

Gorín inglés

Gorín inglés
Piazzolla concert